Tradiciones a la venta
La Navidad tampoco se escapa de las garras de las redes sociales: si bien prometen conectar a las personas y compartir el espíritu festivo, también han alimentado un consumismo desenfrenado e insostenible. Lo que alguna vez fue un tiempo de reflexión y unión se transforma, muchas veces, en un espectáculo de superficialidad y despilfarro.
Durante la temporada navideña, redes como Instagram, TikTok y Facebook se inundan de campañas publicitarias disfrazadas de contenido orgánico: infinidad de influencers y marcas aprovechan para promocionar productos de todo tipo, normalizando un estilo de vida que no todos pueden alcanzar y que a largo plazo es insostenible. Esto no solo fomenta el endeudamiento, sino que también contribuye al estrés financiero, que contradice el mensaje de paz y alegría que debería caracterizar la Navidad.
Tampoco podemos olvidar el "FOMO", ese miedo a perderse algo. Las redes sociales nos exponen constantemente a imágenes de cenas perfectas, árboles fastuosos y regalos extravagantes, generando una presión en cada usuario por participar en esta falsa competencia. Este ambiente comparativo desvirtúa la esencia de las festividades y nos hace olvidar cuál es el verdadero trasfondo de ellas. Además, es así como se refuerza la idea de que la felicidad y el éxito están vinculados al consumo material, nada más lejos de la realidad. Incluso festividades vinculadas a la Navidad, como el "Black Friday", han alcanzado niveles extremos de comercialización, eclipsando los valores tradicionales de la temporada.
En paralelo, las interacciones virtuales a menudo reemplazan las conexiones reales, y el tiempo que podría dedicarse a compartir momentos con la familia se invierte en capturar y publicar contenido para obtener "likes". Esto no solo trivializa y banaliza la experiencia, sino que también contribuye a una desconexión emocional, paradójicamente en una época diseñada para la unión.
Como línea final podríamos decir que la Navidad en la era de las redes sociales refleja cómo estas plataformas, junto al capitalismo, han hecho un lavado de cara radical a nuestras tradiciones. Si bien nos ofrecen indudablemente valiosas herramientas, también promueven valores que priorizan el consumo sobre la conexión humana. Recuperar el verdadero espíritu de estas celebraciones exige conciencia sobre los impactos de nuestras elecciones y una reflexión sobre el propósito detrás de cada compra y cada publicación.